A pesar de que la humanidad entró de lleno en el siglo veintiuno hace ya tres lustros y de que la tecnología y la ciencia no pierden un segundo tratando de innovar, buscando nuevas propuestas y aplicando los más recientes conocimientos para el bienestar y confort del ser humano, es realmente deplorable que algunos fenómenos que han atacado al hombre casi desde su aparición en el planeta, persistan, y por momentos se evidencien cada vez con más fuerza, especialmente en los países desarrollados. Me refiero concretamente a esa insidiosa enfermedad llamada xenofobia.
Es por ello que personas de la raza negra, asiáticos, personas de la comunidad árabe y una gran parte de la población latinoamericana, se han sentido amedrantados por décadas al ingresar, o peor aún, al tener que convivir con los xenófobos, en países donde el adoctrinamiento y la ideología política se forjaron con base en el racismo y la discriminación hacia los extranjeros.

No obstante, el gran esfuerzo de algunos organismos a nivel mundial por preservar la paz y reafirmar la igualdad entre todas las personas, se presenta de manera casi periódica la voz de unas minorías que buscan recalcitrantemente, menoscabar el espíritu de algunos, por considerarse a sí mismos de una raza superior.

Durante la convención internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidad en Diciembre de 1965, se definió la discriminación racial o xenofobia como: “Toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública”.

¿Pero qué hace que naciones como España, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos y Argentina, encabecen la lista de países que manifiestan abiertamente rechazo, desprecio y odio a los extranjeros?

 “El fenómeno migratorio de las últimas décadas, derivada de las crisis económicas que han afectado al mundo, han conllevado a que el sentimiento racista en algunas comunidades se incrementen”.

Quizá el fenómeno migratorio de las últimas décadas, derivada de las crisis económicas que han afectado al mundo, han conllevado a que el sentimiento racista en algunas comunidades se incremente de manera alarmante. Así las cosas, es fácil encontrar instintos de rechazo en los países mencionados hacia las comunidades afrodescendiente, latina, asiática y árabe, y lo que más preocupa es que este resentimiento, la mayoría de las veces, tiene su origen en las más altas esferas de esos estados.

Casos como el de Adolfo Hitler, führer alemán durante la segunda guerra mundial; Nicolás Maduro, actual presidente de Venezuela; Xabier García Albiol exalcalde de Badalona, España; o Donald Trump, magnate norteamericano candidato por el Partido Republicano a la presidencia de los Estados Unidos, dejan en evidencia el pensamiento xenófobo con que estos personajes exhortan a la comunidad a alimentar el odio hacia los extranjeros, basados en su raza, color, religión o lugar de origen.

Desafortunadamente, estos líderes con convicciones de extrema derecha, congregan una multitud de seguidores, que se inclinan por sus ideas, dogmas y doctrinas. Es común también observar la adherencia a sus filas, de algunos sujetos que simplemente ven allí una clara oportunidad para exacerbar sus ánimos, en contra de aquellos a quienes consideran inferiores.

En los últimos años, en ciertas partes del hemisferio donde la xenofobia es evidente, el rechazo de algunos sectores hacia los inmigrantes no han rescindido solo en el desprecio o en las simples amenazas, sino que han trascendido a niveles mayores llegando incluso a las agresiones y a los asesinatos.

Si echamos una mirada al pasado, tratando de localizar el origen mismo de la xenofobia y del racismo, encontramos que desde el comienzo de los tiempos los judíos han sido perseguidos, la población negra durante siglos fue capturada, extraída de sus países y esclavizada; las etnias americanas durante la colonización fueron víctimas del racismo y lo peor de todo, en sus propias tierras. De igual manera, los asentamientos europeos en África crearon grupos de segregación racial como el apartheid en países como Sudáfrica, mientras que los gitanos se enfrentaron al destierro en Europa durante la segunda guerra mundial.

Todo esto ha llevado a que el ser humano se levante contra sí mismo, provocando no solo terribles e ignominiosos holocaustos sino además, el diezmado y en algunas ocasiones la aniquilación de comunidades enteras.

Son incomprensibles las argucias de que se valen las personas que se consideran superiores, si se tiene en cuenta que todos los seres humanos pertenecemos a la misma especie: Los Homo Sapiens. Las razas que pueblan el planeta se distinguen por el color de la piel, el tamaño de las extremidades, el color de los ojos y quizá por la textura de su cabello, pero vale la pena anotar, que son más las similitudes que se presentan entre todas las razas que las diferencias que unos pocos pretenden exaltar. A la luz es claro que la única diferencia que hay entre los seres humanos es la capacidad de amor que hay en sus almas y la sensatez de sus acciones.

Por lo pronto, las manifestaciones de grupos anti-inmigrantes y de sus detractores, seguirán ocupando las primeras páginas de los diarios y serán noticia hasta el día en que los hombres se acepten unos a otros, tal y como son.

A propósito de estas manifestaciones, hace un par de años un video viral circuló en las redes sociales, y en pocas horas llegó casi al millón de visitas. En el video se apreciaba a un Nativo Americano enfrentándose a un grupo anti-inmigrantes. El hombre de mediana edad, desafió con sus argumentos a la multitud y pronto hizo que se disolviera la protesta.

Fueron quizá sus palabras y la dureza con las que las dijo, lo que hizo que los manifestantes pusieran pies en polvorosa. “Ustedes son los verdaderos ilegales”, “A ustedes nadie los invitó a venir aquí”, “Nosotros somos los únicos nativos americanos aquí”, “Esa bandera representa sangre derramada por verdaderos nativos americanos protegiendo esta tierra cuando ustedes fueron los invasores”, “Eso es lo que dice esa bandera, todos los nativos americanos que ustedes mataron cuando plantaron sus casas aquí”.

Recientemente fue el propio presidente Barack Obama, quien dejara en claro que el sentimiento anti-inmigrante no es una percepción general y puntualizó al manifestar que “A menos que seas nativo americano, vienes de algún otro lugar”.

Independiente de la reflexión ética y moral que reviste la xenofobia, es bueno tener presente que ese flagelo que azota a la humanidad está tipificado como un delito en numerosos países. También, no menos importante es reconocer que en el mundo es mayor la cantidad de personas que no hace ningún tipo de distinciones y que entiende que todas las razas son iguales, aquí y ante los ojos de Dios.